Por qué el estilo de crianza autoritario no funciona.
Hace unas semanas, en una sesión de la escuela de familias del Instituto Guadaíza, comenzamos a hablar sobre los estilos de crianza y también sobre los peligros de internet para los menores. Llegamos a una conclusión clara: el estilo de crianza autoritario no funciona.
Tal y como está la sociedad en este momento, es preferible tratar de guiar y acompañar, que imponer.
Como vengo diciendo desde hace tiempo, creo que todos somos conscientes de que estamos siendo pioneros. Nos encontramos en un momento de incertidumbre, enfrentándonos a un escenario nuevo: nunca antes familias como las nuestras se habían enfrentado a la crianza de hijos e hijas con acceso constante a la tecnología.
En cuanto tienen un dispositivo en las manos, tienen también un gran poder: acceso a una cantidad inmensa de información que no podemos controlar. Y con ello, muchos peligros al acecho: el ciberacoso, la pornografía, los pederastas, el abuso, la huella digital que puede condicionar su futuro.
Los que somos de la generación de los 80 no tenemos huella digital. Bueno en realidad, la tenemos pero no desde nuestra infancia.
Cuando éramos jóvenes hicimos cosas de las que, seguramente, hoy nos arrepentiríamos… pero no hay pruebas de ello. Nuestros hijos, sin embargo, sí dejan rastro: de lo que hacen, de lo que dicen, de las ideas locas de la adolescencia que probablemente cambiarán cuando maduren. Pero esa huella permanece, y cualquiera puede encontrarla en Google o en cualquier buscador.
Por eso es tan importante no recurrir al autoritarismo. Porque cuando nuestros hijos tengan un problema, necesitaremos que acudan a nosotros, no que lo oculten por miedo al castigo o a una bronca. El estilo de crianza autoritario quizá da buenos resultados a corto plazo, los niños obedecen y no rechistan, pero no siembra las bases para la confianza en el futuro.
Esta reflexión me hace pensar que, al final, todo se resume en una cosa: la conexión y el amor incondicional. Eso que tanto necesitan y que, a veces, nos cuesta ofrecer cuando nos decepcionan o no cumplen nuestras expectativas.
Pero no debemos olvidar que nuestros hijos no están aquí para cumplir expectativas. Están aquí porque les dimos la vida, y ahora les toca vivirla. A nosotros nos toca guiarles, acompañarles, estar presentes.
No juzgarles.
¿Y tú? ¿Qué opinas del estilo autoritario? Deseando leerte.
Un abrazo,
Cris
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