Criar para soltar
Hace unos días vi un vídeo de Álvaro Bilbao en el que hablaba sobre
crianza y el tiempo limitado que realmente tenemos para criar a nuestros
hijos e hijas. Comenzaba mencionando la edad promedio en la que los
hijxs dejan el hogar, alrededor de los veinte años, y luego iba
retrocediendo en el tiempo, señalando que a partir de los doce años, los
niñxs comienzan a preferir pasar tiempo con sus amigos los fines de
semana, y a partir de los quince o dieciséis años, optan por querer dedicar su
tiempo libre exclusivamente a sus amistades.
Esto quiere decir que nuestros años de crianza en exclusividad son alrededor de unos 12 años, si lo piensas, ¡12 años pasan muy rápido!
Esto es ley de vida, todos hemos pasado por esa etapa en la que nuestros amigos
toman prioridad sobre nuestros padres y madres. Es importante ser
conscientes de este proceso y entender que forma parte del crecimiento y
desarrollo de nuestros hijos e hijas.
Vivirlo como madre o padre no es fácil, ya que dedicamos mucho esfuerzo y
tiempo a educarlos, y quizá sentimos que los estamos perdiendo cuando
comienzan a preferir a sus amigos sobre nosotros. Ese sentimiento, un poco egoísta de querer retenerlos es totalmente normal y no
debemos sentirnos mal por pensar así. Es comprensible que como padres
deseemos seguir siendo una parte importante de la vida de nuestros
hijxs, pero también es importante aceptar y apoyar su crecimiento y
desarrollo independiente.
Al fin y al cabo les estamos educando para que sean adultos independientes y seguros en el futuro, así que no tendría sentido querer retenerlos cuando quieren comenzar su camino.
Siempre se dice que hay que disfrutar al máximo de los hijxs porque
crecen muy deprisa. Cuando estamos inmersos en la crianza, no nos damos
cuenta, pero al pasar los años y mirar atrás, nos preguntamos cómo ha
pasado tan rápido.
Esto nos puede afectar mucho, sobretodo a las madres, ya que a mi parecer vivimos la maternidad de forma más intensa. Está demostrado que cuando un hijo o hija se va de casa sentimos el "síndrome del nido vacío".
Algunos síntomas que podemos sentir pueden ser:
- sentimientos de tristeza y vacío
- sensación de soledad cuando la casa se siente más vacía
- preocupación por el bienestar y la seguridad de los hijos ahora que están lejos
- ansiedad o estrés sobre cómo llenar el tiempo y el espacio que antes se dedicaban a la crianza de los hijos
- sentimientos de pérdida de identidad o propósito ahora que los hijos ya no necesitan tanta atención
- cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o melancolía
Si te sientes así no te preocupes, es totalmente normal y pasará. Es un pequeño duelo que tenemos que atravesar para dar paso a una nueva etapa en la que de nuevo podemos centrarnos en nuestra propia vida y explorar nuevas oportunidades y experiencias.
Si tienes dificultades para salir de este momento de transición te sugiero que busques apoyo en amigos y familiares, que te apuntes a hacer alguna actividad que te guste y que te permita distraerte y disfrutar.
Entrar en contacto
con la naturaleza también puede ser muy beneficioso para tu bienestar
emocional. Poco a poco, te irás reencontrando contigo misma/o y volverás a
disfrutar de tu vida sin la presencia constante de los hijxs.
Esto te permitirá disfrutar de tus hijos cuando estén contigo y también
de tu tiempo para ti. Intenta disfrutar al máximo cada momento y evita
pensar en negativo. Enfócate en crear recuerdos positivos y
significativos con tus hijxs, y también en dedicar tiempo para cuidar de
ti mismo y tus intereses personales. Mantener una actitud positiva y
consciente puede marcar una gran diferencia en tu bienestar emocional
durante esta etapa de transición.
Es importante disfrutar de cada etapa y recordar que, aunque a veces la
crianza pueda ser difícil, el tiempo que dedicamos a ella es muy breve y
pasa rápidamente. Por eso, vamos a disfrutar cada día al máximo,
valorando los momentos especiales con nuestros hijxs y creando recuerdos maravillosos juntos.
¿En qué momento de la crianza te encuentras?
Te leo.
Un abrazo,
Cris
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