Validemos las emociones de nuestr@s hij@s

Nos encontramos en un momento en el que por algún motivo nos cuesta validar las emociones de los hijos e hijas.

En una sociedad que busca la felicidad a toda costa y de forma inmediata nos cuesta aceptar emociones desagradables como la tristeza o el enfado. Lo mas preocupante es que los padres y madres queremos evitar esos sentimientos en nuestros hij@s y la corriente actual es sobreprotegerles y darles todo aquello que les hace felices para evitar verles enfadados, tristes o frustrados.

Se tiende a pensar que cuando nuestro hijo o hija se enfada está sufriendo, pero la realidad es que está aprendiendo a gestionar situaciones que se le plantean en la vida y lo más importante de todo, es que cuando las experimentamos siendo niños y nos enfrentamos a ellas nos estamos entrenando para afrontar este tipo de situaciones cuando somos adultos. 

Si no les dejamos frustrarse o enfadarse ¿qué ocurrirá cuando no estemos para evitar ese sufrimiento y se enfrenten solos, siendo ya adultos y con la creencia de que las cosas no pueden salir mal o de que siempre van a conseguir aquello que quieren?

Tenemos el mayor índice de suicidios en jóvenes que nunca y no quiero decir que la baja tolerancia a la frustración sea el único motivo, pero está claro que es uno de ellos.

Esta semana he tenido la suerte de acudir a una ponencia del Psicólogo Roberto Aguado. Tengo que decir que esta ponencia me ha encantado.

Una cosa curiosa que nos dijo fue que los adolescentes se tienen que enfadar, nos tienen que llevar la contraria, nos tienen que desafiar porque va en la naturaleza del ser humano y su cerebro se lo pide. La adolescencia es una fase de rebeldía que tenemos que vivir para convertirnos en adultos y si no la vivimos cuando somos adolescentes tendremos una adolescencia tardía y ahí pueden generarse muchos problemas. 

Otra cosa que nos dijo y que a mi personalmente me emocionó fue que los docentes debemos ser gestores de emociones porque los estudios demuestran que el 20% de los niños y niñas que tenemos en clase están enfermos, este porcentaje es muy alto y es imposible impartir contenidos académicos cuando esos niños y niñas no están bien, por lo que lo principal es conectar y ayudarles a gestionar esas emociones y darles autonomía.

Obviamente la responsabilidad de educar está en la familia pero nos dejó claro que en la escuela somos la segunda oportunidad de esos niños y niñas enfermos.

Todas las emociones son buenas, las que nos gustan y las que nos resultan más desagradables pero todas se manifiestan por un motivo, en el caso del enfado es para que pongamos límites, en el caso de la tristeza para superar una pérdida de algo o alguien. Como dice Alberto Ortega, el cuerpo es una máquina perfecta y cada emoción tiene como objetivo ayudarnos a conseguir algo, así que validemos las emociones, aceptémoslas y sobretodo ayudemos a nuestros hijos e hijas a aceptarlas.

Soy madre y no lo paso bien cuando mis hijos se enfadan por algo o conmigo pero si comenzamos a verlo como un aprendizaje que les hará mas fuertes, mas resilientes y mas sanos quizá dejemos de sentirnos mal y pensemos como dice Roberto Aguado " Lo estamos haciendo bien".

¿Y tú? ¿Lo pasas mal cuando tus hijos se enfadan? ¿Sueles ceder ante lo que quieren por evitar verles tristes o de mal humor? 

Te leo.

Un abrazo,

Cris


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