Conflicto en el colegio

A veces, surgen conflictos en el colegio y no siempre sabemos cómo reaccionar. 

He vivido esta experiencia como mamá, docente y directora. En ningún caso es fácil, pero tengo algo claro: la clave está en la comunicación. Cuando hablamos, podemos expresar lo que sentimos y además, ver la cara de la otra persona. Por eso, siempre es recomendable que la comunicación sea en persona. No es lo mismo escribir un mensaje o un correo electrónico que hablar y poder percibir la reacción o dar el tono adecuado, ya que a veces por escrito se pueden malinterpretar las cosas.

Como mamá he de decir que a veces cuando viene mi hijo o mi hija a casa contándome algo que les han dicho sus profes o algo que les ha ocurrido en el cole o el instituto, hago un esfuerzo por controlar mi instinto de protección hacia ellos.

Entonces les pido que me lo cuenten bien, con detalles y por supuesto si no estoy conforme con algo, pido una tutoría con el profesor o profesora con quien haya ocurrido el problema y lo hablamos y tengo que decir que siempre llegamos a buen término, porque cuando hay buena disposición por arreglar o aclarar las cosas siempre se habla y se aclara cualquier tema.

Los hij@s duelen, y cuando algo les pasa en el cole nos sentimos mal por no haber podido ayudarles o no estar ahí para protegerles, pero todas la experiencias vividas en el cole les harán crecer y aprender y no podemos protegerles de todo.

Como docente, experimento tristeza. Hace ya tiempo que sufrimos la desconfianza de las familias y la duda sobre nuestra profesionalidad. Todo lo que hacemos se cuestiona, y parece que todo el mundo se considera experto en educación. Nos vemos obligados a documentar cada paso para evitar malentendidos, olvidando a veces que los docentes también somos personas con sentimientos, como cualquier otro ser humano.

Generalmente, los docentes son personas con vocación; en esta profesión, es algo necesario. Si no la tienes, puede hacerse muy difícil. La docencia es una profesión muy exigente. Trabajamos cinco horas por la mañana, en las que estamos en constante tensión, asumiendo mucha responsabilidad. No es fácil lidiar con 25 o más cabecitas, cada una de su padre y de su madre y con sus necesidades y peculiaridades.Cuando termina la jornada, salimos del centro sin energía, porque esos 25 peques nos la han agotado. Por la tarde, nos toca programar, corregir, responder mensajes de las familias, organizar excursiones, rellenar actas, y realizar cursos de formación para estar al día. No todo es lo que parece; no es un trabajo de 9 a 14 horas y no es fácil.

Todo aquel que tiene hijos sabe lo difícil que es educar a dos o tres, imaginaos sin que sean vuestros y 5 horas con 25 o más. Creo sinceramente que los docentes se merecen un gran reconocimiento. Es una tarea dura y poco agradecida, pero es cierto que el cariño que muchas veces nos dan algunas familias y nuestros alumnos y alumnas hace que merezca la pena el esfuerzo y la dedicación. Por eso la vocación es muy importante, sin ella abandonaríamos el primer año.

Últimamente es muy frecuente que vengan familias a protestar por algo que ha ocurrido en clase directamente  a la directora del centro. Por supuesto hay derecho a quejarse pero siempre primero al profesional que estaba en el aula y si cuando ya se ha hablado de lo ocurrido, no hay acuerdo, entonces se puede ir a la dirección, pero no antes, pues sería quitarle su lugar al profesor.

Con todo esto, quiero decir que la vida del docente no es fácil, tampoco la de los padres y madres, llenos de miedos e inquietudes. Estando en ambos lados, puedo afirmar que trabajamos hacia un mismo objetivo: los niños.
 
Como directora me toca en muchas ocasiones mediar entre familias y docentes, puedo llegar a entender ambas partes, porque me siento identificada en muchas ocasiones por un lado o por el otro. No suelo atender a alguien que viene enfadado porque se que no va a decir nada positivo y que luego se puede arrepentir de lo que ha dicho, suelo esperar unas horas para que se calme y entonces sí podemos hablar.
Cuando me dicen es que el maestro o la maestra ha dicho esto en clase o ha hecho, siempre pregunto ¿ha tenido una tutoría sobre este tema con el docente? Generalmente la respuesta es no y les pido que por favor soliciten cita antes de que yo les pueda atender. En el 99.9% de los casos la familias no vuelven a mi, porque han podido resolver el caso a través del diálogo con el profesional que estaba en clase.

Tenemos que tener claro que la escuela es una extensión de la familia, es su segunda casa. En la escuela también les vemos crecer, les vemos jugar, les vemos aprender y les damos cariño y comprensión, muchas veces pasan mas horas con los docentes que con sus propias familias. Por este motivo, ambos, familia y escuela,se complementan y deben ayudarse mutuamente.

A las familias os aconsejo ir al colegio cuando algo os inquieta, no os quedéis con dudas, habladlo, comunicaos, expresad lo que os preocupa, de este modo estaremos trabajando junt@s y con conocimiento, porque no podemos juzgar sin saber.

A los docentes  os animo a llamar a las familias cuando haya algún problema, muchas veces detrás de un comportamiento disruptivo hay problemas o situaciones que no conocemos, realidades duras y tristes, hablad con las familias, poneros en su lugar.

Trabajemos en equipo, junt@s conseguiremos mucho más que enfrentad@s.

La comunicación es la clave.

Os dejo un vídeo de mi canal sobre este tema. 



Me encantaría saber qué opináis sobre esto, os leo.

Un abrazo,

Cris

 

Comentarios

  1. Completamente de acuerdo contigo, Cristina. 😘😘😘😘

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  2. No puedo estar más de acuerdo contigo Cristina, como docente y como madre. Sin vocación la educación de hoy día resulta muy difícil de llevar. Hay que empezar a ver las tutorías con el maestro como algo siempre positivo.

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    1. Por supuesto, hablando siempre se puede solucionar cualquier problema, hay que trabajar de la mano familia y escuela, enfrentados no ayudamos a los niños. Muchas gracias por tu comentario 😊

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