Cómo evitar el sufrimiento de los hijos o hijas.

Si eres madre o padre, en algún momento seguro que te has hecho esta pregunta: ¿cómo puedo evitar que mis hij@s sufran?

Esta misma pregunta me hizo una amiga hace un par de semanas. Su hijo hace el paso al instituto este curso, y ella está muy preocupada, ya que todos sus amigos van a ir a un centro educativo concreto y a él le toca ir a otro. Me preguntaba, 'Cristina, ¿cómo puedo hacer para que mi hijo no sufra?' 

Mi respuesta, por supuesto con cariño, fue " no puedes y no debes".

El sufrimiento forma parte de la vida y es inherente a las emociones y sentimientos que experimentamos en muchas ocasiones. Actualmente, estamos en una generación en la que queremos evitar que los hijos sufran a toda costa, y muchas veces cedemos ante ellos para no verlos llorar, enfadarse, frustrarse, etc. Pero lo cierto es que no les estamos ayudando si no les permitimos enfrentarse a ese malestar. 

No pasa nada porque su hijo vaya a otro instituto; eso le hará crecer, le abrirá a conocer a otras personas, otras realidades y otro tipo de gente diferente a la que estaba acostumbrado. Le sacará de su zona de confort y le hará mucho más resolutivo en el futuro. Por tanto, no podemos seguir con ese pensamiento de evitar el sufrimiento a nuestros hijos e hijas. El sufrimiento no es malo; es lo que nos impulsa a salir de donde estamos para conseguir cosas. Si no nos permiten exponernos a ese sufrimiento, nunca saldremos de esa zona de confort y, por lo tanto, no aprenderemos y no avanzaremos.
 
Últimamente se oye mucho un término " la generación de cristal", al buscarlo en internet nos aparece que son las generaciones nacidas a partir del año 2000 y se refiere a  jóvenes frágiles, necesitados de protección constante y con expectativas poco realistas sobre el trabajo y la vida. Lo cierto es que en el colegio vemos muy a menudo este comportamiento tanto en los niños y niñas como en la familias, cuando le pasa algo a algún alumno o alumna la familia se lo toma como algo muy negativo y le da mucha importancia como si su hijo o hija fuera intocable física o verbalmente.

No es fácil ver a nuestros hij@s sufrir o llorar, pero en lugar de verlo como algo negativo, veámoslo como un aprendizaje.  Esto podemos aplicarlo incluso para nosotros mismos, cuando sufro por algo, estoy aprendiendo algo. No tengo que sentir que el sufrimiento está aquí para hacerme daño, hundirme o frenarme; sino todo lo contrario. Este sentimiento de frustración o sufrimiento está aquí para hacernos saltar, cambiar y crecer. La inteligencia emocional habla mucho sobre esto y la resiliencia consiste precisamente en eso,  es el proceso de adaptarse a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión y seguir adelante.

Nuestra labor como madres, padres o educadores es estar ahí para apoyarles y acompañarles cuando lo necesiten. No debemos quitarles las piedras del camino, sino tenderles nuestra mano en caso de que la necesiten para pasar por encima.

¿Y tú? ¿qué opinas?

Te leo.

Un abrazo,

Cris

 

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