Hablemos de suicidio
Este protocolo es nuevo, nunca antes había oído hablar de nada parecido, así que os podéis imaginar cual es verdaderamente la situación en la que nos encontramos.
Hasta el año pasado, vivía en la ignorancia. Me citaron para asistir a una reunión como coordinadora de bienestar emocional en mi colegio, y allí nos mostraron un vídeo con imágenes de noticias sobre niños, niñas y adolescentes que se habían suicidado unos meses antes.
Nos contaron que esos eran solo algunos casos que habían salido en los medios de comunicación, pero desafortunadamente, había muchos más casos que no salían a la luz pero que están ahí.
La sala quedó completamente en silencio al ver aquello. Luego, apareció una orientadora que nos explicó que los psicólogos clínicos están alarmados ante el creciente número de casos de suicidio y autolesiones que se están dando en los jóvenes desde hace unos años hasta ahora. Están muy preocupados porque nunca antes habían visto cifras tan altas.
Cuando dieron la palabra a los asistentes, muchos empezaron a levantar la mano para intervenir y comenzaron a relatar situaciones que estaban viviendo en sus centros educativos. Hablaban de jóvenes ingresados en hospitales por intentos de suicidio,
de niños y niñas que se hacían cortes en los brazos y las piernas.
Incluso yo misma tuve varios casos en mi centro de alumnos que se
autolesionaban y afirmaban querer morir, porque sentían que nadie les comprendía.
En esa reunión nos explicaron la importancia de contar con un coordinador de bienestar emocional en las escuelas, precisamente para detectar este tipo de casos y ponerlos en conocimiento de los expertos. Estaban en proceso de crear un protocolo de actuación, y hoy podemos decir que ya contamos con uno.
Cuando salí de aquella reunión, me sentí un poco aturdida. Al regresar a casa, lo único en lo que podía pensar era en abrazar a mis hijos, pero también experimenté miedo. Ese miedo lo transformé en inquietud y, durante los meses posteriores, leí varios libros sobre la mente de los adolescentes, vi documentales y me apunté a un curso sobre el manejo del estrés, ansiedad y sobre cómo trabajar la resiliencia.
Uno de los libros que más me aportó fue "El dolor adolescente de Jose Antonio Luengo". El autor, experto en la materia, aborda cómo tiene que intervenir en un Instituto cuando una alumna se quita la vida dejando una carta de despedida y cómo trabaja con el alumnado, las familias y la comunidad educativa en general después de ese triste acontecimiento. Es un libro muy interesante que crea conciencia y desmitifica muchas ideas erróneas sobre el suicidio.
Un caso que me encontré el año pasado fue el de un alumno que aseguraba querer quitarse la vida porque no le encontraba sentido. Estaba sufriendo y quería poner fin a su dolor. Hablamos largo y tendido, y me aseguró que a nadie le importaría si se fuera de este mundo. Os podéis imaginar mi impotencia ante esas palabras, sin una formación adecuada, sin saber bien qué decir ante semejante y aterradora afirmación. Tan sólo pude acompañarle, escucharle y derivar el caso al gabinete de prevención provincial para que pudieran actuar.
Hoy me siento un poco más preparada, digo 'un poco' porque aún me queda mucho camino por recorrer, pero sé mucho más que aquel día en aquella reunión.
En España, el suicidio es la primera causa de muerte no natural, por delante de los accidentes de tráfico, actualmente es un problema de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio se puede producir durante toda la vida y es la segunda causa principal de muerte entre los 15-29 años en todo el mundo.
Las autolesiones son una forma de responder a situaciones de sufrimiento emocional y psicológico que no se sabe afrontar de manera saludable. Muchas veces las hacen por imitación, en la redes sociales hay muchos que instigan a los jóvenes a hacerse daño para liberar dolor o tensión, por eso es primordial saber qué están viendo nuestros hij@s en la pantalla o con quién están hablando y ayudarles a gestionar el dolor de forma sana.
La pandemia ha dejado muchas secuelas silenciosas que ahora estamos descubriendo y por ese motivo he considerado necesario abordar este tema.
Es de vital importancia hablar con nuestros hijos e hijas sobre sus emociones, problemas y miedos. A veces, lo que a nosotros, como adultos, nos puede parecer insignificante, para ellos es muy importante y serio. Es necesario que se sientan escuchados, apoyados y que perciban nuestro amor incondicional, para que acudan a nosotros en los momentos difíciles en los que se sientan perdidos o incomprendidos.
Ojalá no nos toque nunca tener que enfrentarnos a una situación así, pero si nos toca ¿no crees que es mejor estar preparad@?
Os leo.
Un abrazo,
Cris
En mi humilde opinión, se nos olvida ser humano. Somos yo, yo y yo y se nos olvida dar abrazos, besos, dar saludos, dar las gracias, sonreír...
ResponderEliminarY claro, esa carencia tiene que pasar factura.
Paqui, muchas gracias por tu comentario, efectivamente las carencias en la infancia pasan factura, es cierto que cada vez la gente se relaciona peor y se están perdiendo valores muy necesarios pero lo triste y preocupante ademas de eso, es el hecho de que nuestros jóvenes se estén quitando la vida. Es un tema al que hay que dar visibilidad. Necesitamos mas protección pata nuestros niños, niñas y jóvenes.
EliminarHola! Me ha costado varios días decidirme a leer este post ... Me da pánico pensar que es una realidad que aunque no salga en las noticias, existe. Es muy triste ...pero, como dices, escucharles y que sepan que estamos ahí es una buena base para su futuro emocional.
ResponderEliminarHola Rosanna, lo cierto es que hasta ahora no se hablaba mucho de este tema porque se prensaba que quizá podía ser negativo pero hemos llegado a un punto en el que se tiene que hablar de ello. Las familias y educadores deben estar al tanto para poder detectar, prevenir y ayudar cuando sea necesario. No hay que tener miedo sino estar preparados. Muchas gracias por leer y comentar.
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